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3.30x4.17 metros, esa es la dimensión exterior de la habitación de Man. Allí tenía su camastro, sus pequeños huecos de aire, luz y color. La puerta y la única ventana practicable. También cientos de pequeñas piezas colgando del techo, escondidas en las rendijas. Sus obras, sus retratos. Y muchos estantes empotrados en la pared o apoyándose en vigas y pies derechos semicirculares. Estructuras de madera que cambiaban según el peso de las libretas y las obras. Una de ellas, más ancha, debajo de un saliente de la cubierta. Su único triángulo frente al círculo: el lucernario. Un solárium con papel de aluminio de cartones de leche que reflejaban la luz sobre el altillo suspendido. Su sanatorio.
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Después de muchos años abandonada, con fases de destrozo, colapso y retirada… queda lo que queda. La obra que hacemos es mínima. Para dejar en pie eso. Reparar grietas, impermeabilizar, reponer el suelo y, sobre todo, contener el derrumbe de la cubierta, rajada de lado a lado. Para ello utilizamos el sistema constructivo de Man: el tronco semicircular y la tabla. Una estructura tridimensional con elementos que se apoyan entre si pero que también establecen conexiones con la fábrica de techo y paredes, y con la roca bajo el suelo. Alguna premisa: no tocar con las sopandas ningún colgajo del techo, restos de hilos, alambres, puntas, esponjas… trozos de lo que fueron sus obras de interior. Finalmente, resaltar sus pinturas, darles un poco de vida a través de su restauración y mostrar, con una nueva pátina, la conservación. Una primera y escueta intervención que esperamos sirva de gran ayuda hacia la recuperación de un lugar que ya es santuario.
Estructura y entablado de madera de pino al natural /Carpinterías de madera de cedro pintado / Vidrio sellado enmasillado/ Pintura acrílica, barniz y adhesivo